Las previas sin alcohol, ¿utopía o realidad?

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La «previa» es el nombre dado en la actualidad a la instancia anterior a muchos encuentros de adolescentes, en cuyo transcurso se ingiere alcohol a modo de preparación para lo que habrá de venir, a fin de reducir o cancelar inhibiciones al concurrir posteriormente a la reunión, por ejemplo, en un boliche. La frecuencia de las «previas» constituye un desvío de la evolución deseable. Es un modo forzado y artificial de superar inhibiciones, cuyos riesgos se asumen porque «lo hacen otros», porque no se quiere «ser menos que los demás», «aislarse» o bien porque «es divertido».

El Ministerio de Salud de la Nación informó que el consumo de bebidas alcohólicas por parte de los adolescentes, especialmente de la escuela media, se había duplicado en los últimos años.

En la ciudad de Necochea y en el marco del proyecto de concientización respecto de la problemática del consumo de alcohol en los jóvenes, los integrantes del Círculo Médico de Necochea lanzaron una campaña de difusión con el objetivo de promover la Fiesta del Ultimo Primer Día de Clases SIN INGESTA de alcohol. Esta interesante iniciativa generó varios comentarios y opiniones entre los adolescentes pero también entre los padres e instituciones públicas y privadas.

Muchas son las aristas para analizar en relación a este tema que preocupa a muchos de los que somos padres. Pero es cierto que, algunas de las claves para evitar que los jóvenes consuman menos alcohol, está vinculada al control por parte de los municipios de cumplir la prohibición de la venta de alcohol a menores de edad en el caso de los supermercados, boliches, bares y mercados de la ciudad.

Otra de las claves del problema está, en la forma de encarar el vínculo paterno-filial. Los mayores no quieren asumir el rol que les cabe. Es inherente al amor por los hijos saber ponerles límites pues de esa manera se los ayuda.

El problema no es de fácil solución para la familia cuando ya se ha manifestado, pero es posible recurrir a razones fundadas para que los jóvenes no caigan en el peligro de la ebriedad, afirmando criterios de acción positivos, tanto más eficaces cuanto más tempranamente se comunican en el diálogo cotidiano entre padres e hijos. Esa interacción verbal, sobre todo, la del ejemplo, es básica y posibilita conocer las dudas o inquietudes de los menores con relación a su comportamiento en reuniones y más aún si son «previas»; asimismo, es indispensable formular con firmeza pero sin autoritarismo la crítica de los errores que se cometen y pueden alcanzar al hijo y a sus amigos, lo que implica facilitar la comprensión de los riesgos latentes en ciertas conductas para la salud biológica, psicológica y social.

Carlos Laboranti. Director ejecutivo.